No son agencias inmobiliarias, ni intermediarios al uso. Casi se aproximan al concepto de 'personal shopper', pero van un poco más allá y llevan las compras de vivienda a la carta hasta sus últimas consecuencias. Son los cazadores de propiedades, expertos absolutos en el mercado inmobiliario al servicio ahora mismo (y casi en exclusiva) de los grandes capitales extranjeros seducidos por el ladrillo español.
Las noticias sobre la recuperación del mercado inmobiliario español resuenan con fuerza en casa, pero también hacen mucho ruido fuera, en Londres, en Moscú y hasta en Pekín. Y el caramelo resulta demasiado atractivo para particulares e inversores. ¿Quién no quiere disfrutar de una vivienda en España ahora que se han dejado de ser prohibitivas? Y más aún. ¿Qué inversor está dispuesto a perderse el resurgir del ladrillo español comprando a precios de derribo?
Según datos de los notarios, las compras de viviendas por extranjeros se dispararon un 27% en el último trimestre de este año. De alguna forma, están ávidos por conseguir gangas en el 'ladrillo' de un país con clima agradable y un sistema sanitario de condiciones mejores (para la media) que en los países de su entorno, dispuesto además a dar la residencia a quienes adquieran casas por importe superior a medio millón de euros. El resultado es que una de cada cinco casas (el 19,4%) que se adquirió en España fue a manos de un extranjero.
En estos casos de fuerte demanda, la última moda es recurrir al 'hunter property', literalmente, el cazador de propiedades, un experto del sector que va más allá del 'personal shopper' y se involucra desde el principio hasta el final en todo lo que tenga que ver con la compra del inmueble. El gran problema que tienen los extranjeros es que les pueden engañar o pueden acabar pagando una comisión muy grande. Al fin y al cabo, no están aquí. Por eso, necesitan alguien de confianza, unos ojos para comprobar y un cerebro para ejecutar.
"Somos consultores del que compra, y eso al final les sale rentable", explica en una entrevista con Finanzas.com Juan Carlos Lucena, director de la firma GP-Grup Hunter Properties in Spain, especializada en este tipo de actividad. La mecánica de trabajo es completamente a medida, adaptada a las preferencias del comprador, que no solo tiene que decir cuánto se quiere gastar (mínimo 300.000 euros para que salga a cuenta), sino que además debe rellenar un test previo con 90 cuestiones para que el 'cazador de propiedades' sepa a qué presa tiene que apuntar.
Por ejemplo, un caso real de hace muy poco; particular ruso que quiere gastarse dos millones de euros en una propiedad de la Costa Brava. No ha oído hablar más que Lloret de Mar y alguna localidad próxima, y eso muy vagamente. Pero en la zona hay más de veinte poblaciones entre las que elegir. Además, el cliente tiene cuatro hijos y quiere un colegio cerca, y también ha dicho que está interesado en tener un hospital cerca por motivos de salud de un familiar.
Con todas las peticiones claras, el 'cazador de propiedades' presenta una lista no muy extensa al cliente, y una vez que se decide la compra, se encarga de asegurarse que no habrá sorpresas desagradables. Por ejemplo, que no hay cargas, que funcionan las instalaciones,el agua, la luz, la calefacción, o que todos los trámites burocráticos (registros, permisos, etc.) están en regla. "Entregamos a nuestro cliente un informe técnico del estado de la construcción (estructura, cimientos, estado de las instalaciones de electricidad, agua, calefacción...) y una revisión legal, asegurándonos de que el inmueble esté libre de cargas", explican en la empresa. Para ello, ponen a disposición del cliente un equipo compuesto de traductor nativo, arquitecto técnico, ingeniero, abogado y asesor fiscal. Llave en mano total.
Es más, el cazador de propiedades da una vuelta de tuerca al sistema y se pone a buscar aquellos inmuebles que ni siquiera están en el mercado. Por ejemplo, en el caso de que algún comprador potencial quiera vivir en una determinada zona muy exclusiva, y aunque el propietario no haya puesto ningún anuncio para deshacerse del inmueble, el experto pasa ofertas al dueño (o dueños) para que al menos se lo piensen. Si es algo que al cliente le interese comprar, con toda seguridad intentarán sacar adelante la operación.
Obviamente, todo esto tiene un coste; si es para fincas inferiores a 300.000 euros, el cliente paga 6.000 euros y para fincas de entre 300.000 y 600.000 euros, el precio salta a 12.000 euros. Y en caso de que el gasto oscile entre 600.000 y 1,5 millones de euros, el coste es de 30.000 euros. Caro para un ciudadano de a pie, sobre todo porque en España tampoco tenemos cultura de recurrir a este tipo de servicios según explica Lucena. En todo caso, el directivo recalca que "no tenemos incentivos para vender más caro". Es más, apunta este experto, "conocemos a las principales inmobiliarias, ellos nos conocen a nosotros y sabemos cuáles son las comisiones máximas que pueden cobrar".