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10 claves para mejorar la eficiencia energética de la vivienda

Invertir en sistemas eficientes es la forma más fácil de obtener un ahorro en suministros.
Tramitar su certificado energético

Hoy se celebra el Día Mundial de la Eficiencia Energética, un concepto que todavía se está instalando en el seno de la sociedad. El uso racional de la energía dentro de la vivienda plantea un debate urgente, sobre todo, en un momento en el que el porcentaje de ciudadanos incapaz de satisfacer unas necesidades básicas de energía en sus hogares está creciendo debido a las dificultades económicas. La puesta en marcha de políticas que estimulen aspectos como la construcción eficiente, ayudaría a que los inmuebles dejaran de ser coladeros de energía.




Las consecuencias a largo plazo de un planteamiento que ignore el derroche de los recursos, no solo iría en contra del pacto con el medio ambiente, sino que repercutiría irremediablemente en la calidad de vida de las generaciones futuras. No obstante, aunque se establezcan procesos futuros para edificar desde una óptica más eficiente, la mejora del parque inmobiliario presente es fundamental. La rehabilitación se constituye como la mejor opción, pero también es posible evitar que la factura de los suministros se dispare aplicando “medidas sencillas que no cuestan nada y que, más allá de cualquier inversión, suponen un ahorro”, afirma Juan José Pina, arquitecto en Q-ener.

1. Aislamiento
“El aislamiento térmico es la base de la eficiencia”, indica Gonzalo Cervera, director de Tinsa Certify. Para lograrlo, una reforma integral en la finca sería lo más acertado, “mejorando el exterior en lo relativo a los puentes térmicos, que es donde se producen mayores pérdidas de energía”, asegura este experto. Sin embargo, no siempre es posible poner de acuerdo a la comunidad de propietarios, por lo que las reformas se limitarían de puertas adentro, lo que afectaría a la superficie útil de la vivienda. Dependiendo de la fecha de construcción, “en un piso convencional lo más eficiente sería cambiar las ventanas, optando por unos vidrios dobles con una cámara intermedia lo más ancha posible”, apunta Pina, añadiendo que “esta obra puede suponer un ahorro del 50%”.

2. Fugas
Una corriente de aire dentro de casa es indicadora de un mal aislamiento. Unos cerramientos óptimos minimizan el impacto de las fugas, por lo que es necesario que “las ventanas estén bien selladas utilizando silicona o burletes en contacto con la hoja del marco”, matizan desde Q-ener. En Tinsa Certify también mencionan la caja de las persianas como zona de pérdidas. Aunque optar por el doble acristalamiento es lo más eficaz, muchas familias no pueden permitirse esta inversión. Ramón Pérez, experto en eficiencia energética de SoliClima, asegura que “la pobreza energética ha crecido y los costes suben mucho” para este tipo de hogares, donde se recurre incluso al sellado “con cinta adhesiva”.
3. Orientación
La ubicación geográfica de la vivienda en combinación con la orientación de la misma tienen su peso a la hora de medir la eficiencia energética. “En Andalucía es mejor la orientación norte para no gastar tanto aire acondicionado, mientras que en Madrid, interesa más la sur o sureste, que permite una mayor entrada de rayos solares en invierno, repercutiendo en el gasto de calefacción”, manifiesta Cervera. Para Pina, las protecciones solares son fundamentales con la orientación sur en verano, mientras que en invierno, esta orientación significa calor gratis. “Hacia el norte habría que trabajar los aislamientos, mientras que las casas que miran al este y al oeste son muy problemáticas porque el sol suele ser perjudicial en verano y poco aprovechable en invierno”, añade. Cuando no es posible elegir la orientación, se juega con otros elementos: “Si te toca un poco el sol y quieres que aporte calor en invierno, hay que apartar las cortinas y subir las persianas por la mañana. En verano habría que usar toldos y persianas con lamas orientables”, comenta Pérez. Este pequeño gesto, baja la factura de la calefacción y del aire acondicionado entre un 10% y un 15%.

4. Exteriores
Tener jardín también ayuda a rebajar el coste de los suministros. “Plantar árboles de hoja caduca en casas con orientación sur proporciona sombra de forma natural en verano y permite la entrada de sol en invierno”, admite el experto de SoliClima. También desde Tinsa Certify indican que esta protección vegetal, si es lo suficientemente densa, es válida incluso para la orientación oeste porque impide la radicación excesiva en verano hasta la segunda altura de un edificio. “En unifamiliares es más importante la protección paredes y techos”, concluye Cervera.

5. Calefacción
Energías como el carbón y el gasoil son obsoletas en términos de eficiencia, mientras que el gas natural “supone la inversión más baja y un coste de consumo razonable, además de amortizarse entre tres y cinco años”, afirma Pérez. Recurrir al gas natural es lo más habitual cuando no se pueden emplear renovables. “La biomasa es algo más económica cuando se usa en urbanizaciones y barrios completos, mientras que la geotermia, aunque funciona bien, tiene un plazo de amortización muy largo“, comenta Pina. Además, este sistema “no se puede hacer buenas a primeras”, apunta Cervera, “ya que hay que meter máquinas para hacer perforaciones a 150 metros de profundidad. Es una obra compleja y se necesita un buen estudio de suelo”. Para el portavoz de Q-ener, “las bombas de calor de alta eficiencia, por cada kilovatio que consumen produce cuatro de calor o de frío“. Según Tinsa Certify, lo más eficiente actualmente es “la caldera de condensación de bajo consumo con un sistema de radiadores o suelo radiante de baja temperatura”, mientras que “la electricidad es lo más ineficiente que hay”.

6. Aire acondicionado
Al igual que con la calefacción, hay que caminar hacia las energías renovables, pero más allá de la fuente de energía, la eficiencia también mejora con aspectos como el mantenimiento y el control del termostato, tal y como indica Pina: “La eficiencia energética de las instalaciones la define su rendimiento, y depende tanto de la eficiencia del propio equipo como del mantenimiento y del uso”, asegura este experto. Cervera afirma que “para consumir menos, en invierno no hay que pasar de los 21 ºC y en verano no bajar de los 25 ºC”. Esta temperatura objetiva a veces choca con la que cada uno considera que es la de confort, pero el esfuerzo se nota en la factura.

7. Agua
Aunque el agua no supone un gasto elevado para el bolsillo, hay que usarla con moderación. Tras una prueba realizada desde SoliClima con reductores de caudal, que son realmente baratos, se percataron de que el gasto se podría reducir a la mitad: “Los 20 euros que valdrían aplicarlos en la cocina, el lavabo y la ducha se amortizan en tres meses”. Otro estupendo sistema son los perlizadores, que “mezclan agua con aire, dando la sensación de que hay el mismo agua”, comenta Cervera, que también invita a bajar la temperatura del agua de la caldera, lo que implica un doble ahorro: “se consume menos gas y no hay que mezclar tanta agua caliente con fría”. Estas medidas, al igual que los sistemas de descarga parcial en inodoros, están bastante extendidos, mientras que el aprovechamiento de aguas grises no ha calado tanto aún. “Empiezan a verse aparatos sanitarios que, en sí mismos, usan el agua de la lavabo para la cisterna, pero pasar de ahí es complicado porque el agua sigue siendo barata”, asegura Pina, que no duda en asegurar que si “la gente hace un uso racional del agua es por una cuestión más de conciencia medioambiental que económica”.

8. Reciclaje
La separación de residuos está bastante asentada en España, pero la “falta de espacio en la vivienda”, tal y como indica Pérez, detiene su expansión. Por otro lado, da nada sirve reciclar si luego cerca del edificio donde se vive no hay contenedores. Para el arquitecto de Q-ener, es una suma de actitud personal y urbana. Por otro lado, el empleo de los residuos orgánicos se vislumbra como un estupendo recurso, pero las cifras aún son anecdóticas y suelen estar unidas a las viviendas unifamiliares con jardín o huerto: “El compostaje doméstico todavía es más un posicionamiento particular que una cuestión extendida, que sería lo adecuado”, subraya Pina.

9. Electrodomésticos
La evolución de los electrodomésticos en materia de eficiencia ha sido, sin duda, la más notable, existiendo una brecha enorme frente a las máquinas de hace una década. Cuando se tiene que comprar un frigorífico o una lavadora, la mayoría recurre directamente a los que tienen etiqueta A o superior, aunque haya que gastar un poco más. “La gente debe analizar la inversión porque esos 50 euros de más de media se recuperan a los dos o tres años”, confirman en SoliClima. La innovación continúa, dado que “hay una nueva generación de electrodomésticos con gas natural, en los que el sobrecoste se amortiza a lo largo de la vida útil del aparato”, comentan desde Q-ener.

10. Iluminación:
Tal y como afirma Pérez, “la normativa presiona mucho a la industria, y por obligación legal, hay que producir de una determinada manera”, un aspecto que, lejos de incomodar a las empresas, “es aprovechado para sacar un rendimiento corporativo”. Hace tiempo que se prohibió la fabricación y venta de las bombillas incandescentes en pro de las de bajo consumo. “Comercialmente, incluso que ha hecho un esfuerzo para lanzar productos que aprovechen los casquillos antiguos”, indica Pina. Mención aparte merece la tecnología LED, que para Cervera “es la iluminación del futuro”, mientras que para el especilista de SoliClima, “al precio al que está la electricidad, es una buena inversión”. Como siempre, este extra a priori no deja ver al ciudadano el largo plazo porque “pensamos más en gasto inicial que el ahorro de consumo futuro”, concluyen desde Q-ener.

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