El problema para muchos de estos clientes internacionales se deben a las dificultades ligadas a su ubicación en otro país: desde visitar los inmuebles que les interesen hasta firmar las escrituras y realizar los procesos previos a la compra de la casa. Para todo ello el mercado español ha importado una nueva figura, procedente de los países anglosajones, el «personal shopper» (asistente de compras personal) inmobiliario.
Estos nuevos profesionales, habituales en otros sectores como los de la moda y la decoración, se encargan de realizar la mayor parte de los pasos necesarios para comprar una vivienda, en nombre del cliente. Sus servicios no están solo dirigidos a los compradores extranjeros, aunque por las razones antes expuestas encuentran un mayor nicho de mercado en este segmento.
En concreto los «personal shopper» inmobiliarios, visitan las casas que respondan a los intereses del potencial comprador. Tras ello elaboran un informe con las características de cada vivienda y un informe técnico sobre la viabilidad de estas. De manera adicional, pueden llevar a cabo un estudio de mercado para identificar inmuebles sobrevalorados, lectura previa de la minuta de escritura de compraventa o alquiler y posteriormente los trámites posventa.
Según la empresa Somrie, que hoy presentará en Madrid la Asociación Española de Personal Shopper Inmobiliario (AEPSI), estos servicios suponen un importante ahorro: el 70% de las «visitas que se hacen con una inmobiliaria tradicional, entre el 5% y 20% de los precios de salida de los inmuebles, aparte de «evitar vicios ocultos» y posibles «conflictos de intereses».
La diferencia con respecto a una agencia tradicional es, como explica AEPSI, en su presentación es «de posicionamiento al lado del cliente comprador», en vez del vendedor, aunque en algunos casos también se puede incorporar dentro de las agencias de para ofrecer también asistencia. Uno de los objetivos principales de la organización, añade en su página web, será la creación de un código deontológico que servirá para «regular la actividad poniéndola así a salvo de procedimientos o conductas que dañen» la imagen de la profesión.
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