Lo que todo propietario debería saber del certificado energético

TU CERTIFICADO ENERGÉTICO 682494354 INFÓRMATE!
Los propietarios de viviendas de toda España que pongan sus pisos en el mercado tienen la obligación legal de asignar a sus inmuebles una etiqueta energética y de exponerla a cualquier posible interesado. ¿Es solo un trámite más que debe cumplir el propietario? Creer que la certificación energética de una vivienda es un trámite más es un grave error.
En otros países donde ya está socialmente asumida, esta normativa está produciendo lo que podríamos llamar ‘depreciación energética’. Las viviendas más modestas, con deficientes aislamientos y equipos climatizadores de peor calidad, pierden valor en el mercado inmobiliario en favor de las mejor equipadas.
La certificación energética funciona en la práctica como si de una ‘tasación energética’ se tratara, circunstancia que ya han previsto la mayoría de las empresas tasadoras de inmuebles, que incorporan este nuevo factor modulador en sus valoraciones.
Es necesario advertir a los consumidores que la cosa puede ser mucho peor si el técnico certificador carece de los conocimientos específicos para optimizar el cálculo o, simplemente, actúa sin la conciencia profesional adecuada, que debería impulsarle a defender los intereses del cliente; por ejemplo, si no va a inspeccionar la vivienda, pese a ser obligatorio. Con seguridad se asignará a la vivienda una etiqueta energética injustamente baja, peor que la que obtendría en caso contrario.
Por el momento, el cálculo solamente se realiza mediante dos programas homologados. Los dos trabajan a partir de los datos que suministra el técnico, que expresan el rendimiento de los equipos térmicos de la vivienda y la capacidad de aislamiento térmico de sus paredes, suelos y techos. A falta de un análisis detallado, el programa puede proporcionar automáticamente estas cifras de partida, llamadas datos por defecto.
El problema es que estos valores ‘gratis’ están siempre del lado de la seguridad del cálculo, lo que significa que son bastante peores que los reales, que solo se obtienen mediante un análisis minucioso. Por poner un ejemplo, estos valores por defecto atribuyen a la bomba de calor genérica un rendimiento del 150%. Pues bien, los valores reales de la mayoría de los modelos más modernos superan el 320%. Solo con esto la etiqueta se perjudica en un grado. Absolutamente nada que ver con la realidad.
La posibilidad que ofrecen los programas de usar datos por defecto no autoriza al técnico a usar estos datos siempre: solo deberían usarse en aquellos casos en que sea imposible estimar, medir o deducir los valores en cuestión. Las cifras así obtenidas son lo que el programa de cálculo denomina datos estimados y datos conocidos.
Para ser capaz de determinarlos el técnico debe poseer una formación específica y dedicarle el tiempo necesario, que nunca va a bajar de las diez horas de trabajo. De otro modo, se compromete seriamente la calidad del servicio, y con ella los intereses del cliente. Hemos realizado un ejercicio estadístico de 5.000 certificaciones para diversas zonas climáticas y el resultado es determinante: si se utilizan valores por defecto, la etiqueta empeora habitualmente en dos grados. Esto lo acabará pagando el cliente con la valoración de su vivienda.
El técnico está obligado a justificar sus cálculos, exponiendo las pruebas y comprobaciones realizadas. Su trabajo está sujeto a la inspección de los organismos autonómicos. El propietario es responsable de la existencia y exactitud del certificado energético, y el destinatario de las posibles sanciones. Lo único seguro es confiar en técnicos con la formación específica adecuada y que dediquen al trabajo el tiempo que necesita. Con ello sus intereses quedarán a salvo.

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