1.Descartar las ofertas online. Todavía hay personas que no se fían de los bancos online y necesitan “ver la cara” de la persona que les atiende. Hacer esto es incurrir en un error dado que (a) los empleados cambian y los últimos años sin banca online no se han caracterizado precisamente por su transparencia, (b) los bancos online son los que proporcionan la información más completa y transparente sobre sus productos y (c) las hipotecas online suelen ofrecer intereses muy competitivos, con lo que estamos perdiéndonos una de las mejores partes de la oferta del mercado. Además, algunos bancos online como Activobank o ING cuentan con oficinas de atención al público.
2.Escoger hipoteca fijándose solo en el diferencial. Lo que vamos a pagar cada mes de hipoteca no solo depende de los intereses sino también de factores como las comisiones y los productos vinculados de manera que, en ocasiones, una hipoteca de bajo interés puede salir más cara que una de interés más alto. Es aconsejable entonces preguntar al banco por todos los gastos, comisiones y productos vinculados, y retirarnos unos días a calcular.
3.Quedarse con la primera oferta que nos hagan. Es cierto que conseguir crédito de los bancos no es fácil, pero eso no significa que no podamos obtener al menos 2 o 3 ofertas para poder comparar. En estos momentos, gracias a los comparadores de hipotecas online, es posible saber qué bancos nos concederán hipoteca sin salir de casa. Al menos ya tendremos una lista de entidades por las que empezar a buscar, entre las que siempre es aconsejable incluir una oferta online, que podemos tramitar por internet y teléfono al tiempo que visitamos algunos bancos offline.
4.Quedarse sin ahorros tras dar la entrada. En general, los bancos solo financian hasta el 80% del precio de compraventa de una vivienda, y el cliente debe tener dinero ahorrado para cubrir el otro 20% así como un 12% adicional destinado a gastos (tasación, gestoría, notaría, impuestos...). Muchas personas se quedan con cero ahorros tras dar este 32% resultante, lo cual no es para nada aconsejable dado que se quedan sin recursos ante posibles imprevistos. En la medida de lo posible, es aconsejable evitar esta mala gestión.
5.No tener clara nuestra capacidad de pago. Nuestros ingresos no sirven solo para pagar la hipoteca, sino que son muchos los gastos a los que una persona adulta debe hacer frente. Así, el Banco de España recomienda que la cuota mensual de la hipoteca no supere en ningún caso el 35% de nuestros ingresos. Por ejemplo, si cobramos 2.000 euros mensuales, la cuota no debía superar los 700. Pero además, hay que tener en cuenta que el Euribor se encuentra en mínimos históricos, alrededor del 0,5%, y es más necesario que nunca realizar cálculos para asegurarnos de que podríamos seguir pagando también si el Euribor cotizara al alza. Dado que el Euribor ha llegado a alcanzar valores por encima del 5%, es recomendable realizar cálculos de nuestra cuota con valores del 3% y del 4%. La vida de la hipoteca es muy larga y es necesario estar seguros de que, si el período económico cambia y los tipos suben –lo que haría subir al Euribor– no nos veríamos en situación de no poder pagar.
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